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La tolerancia social y la apertura de mente es esencial para respetarnos unos a otros y poder convivir sin problemas
Todos, en algún momento de la vida, podemos ser extranjeros en alguna parte del mundo. Y, en ese caso, seguramente no nos gustará ser discriminados, escuchar un chiste o un comentario peyorativo debido a nuestro origen, color de piel o forma de ser.
Precisamente, en eso debes pensar cuando sientas la tentación de ridiculizar, estigmatizar o excluir a alguien por su nacionalidad, raza, género o apariencia. Una realidad que, desafortunadamente, está muy presente en la sociedad puertorriqueña y que aun no se erradica del subconsciente social y operacional.
Ese odio, recelo, hostilidad e intolerancia hacia el extranjero tiene nombre, xenofobia. Aunque también suele utilizarse para describir la fobia hacia grupos étnicos diferentes o hacia las personas cuya fisonomía social, cultural y política se desconoce o no se entiende.
Se trata, de hecho, de un tipo de discriminación que se basa en distintos prejuicios, históricos, religiosos, culturales y nacionales.
Por eso no es extraño que también abunden los chistes y la intolerancia hacia ciertos grupos de la población que se perciben como diferentes, admite la psicóloga y consejera Naychaly Rivera, quien resalta la importancia de la educación para disuadir la perpetuación de este tipo de conducta.
“El humor se debe utilizar para crear momentos de relajación y diversión. Pero no debe ser a costa de ideas morbosas, sexistas o por la nacionalidad de una persona. Eso lo que hace es crear un momento de incomodidad”, indica Rivera, mientras propone que se hable con la persona sobre lo inapropiado del asunto.
“Debe entender que podemos pasar por la misma situación y eso no es agradable”, agrega la psicóloga, aunque enfatiza que la persona que hace el chiste también debe comprender que ridiculizar o disminuir a un ser humano es una conducta inaceptable y que deja mucho que decir de él como persona.
Y aunque acepta que cuando se comparte con una persona de otro país puede haber algún choque cultural porque las costumbres no son las mismas, dice que lo importante es conversar y buscar el punto común.
“Generalmente son más las cosas que nos unen que las que nos separan. Y, aún si hay diferencias, siempre se pueden encontrar equivalencias”, agrega Rivera, mientras enfatiza en la importancia de combatir los estereotipos.
“A veces se critica por el acento, la forma de ser, su color de piel o sus costumbres. Pero no pensamos que uno mismo puede pasar lo mismo y que en alguna otra parte del mundo, uno también va a tener un acento y va a ser diferente”, advierte la psicóloga.
De ahí la importancia de la empatía, de ponernos en la piel de la otra persona. “Eso significa poder comprender los sentimientos y emociones de ese otro como si fueran mios”, afirma Rivera.
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