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La Baja Autoestima en el Ser Humano


Por: Dra. Naychaly Rivera Nieves


Para entender qué es la baja autoestima tenemos que comprender en primer lugar qué es y cómo se desarrolla lo que conocemos hoy en día como autoestima. El concepto autoestima es uno que pueden tener un valor o significado distinto según sea la sociedad a que pertenezcamos. Igualmente su significado va a variar según la cultura, crianza y experiencia con la vida que hayamos experimentado. En las culturas orientales se suele dar un mayor valor a al ser humano no como individuo independiente sino visto como parte de la sociedad o de un grupo. Por esta razón en las culturas orientales no suele estimularse el concepto de autoestima pues se considera un concepto individualista. Por el contrario, en occidente se rinde culto al individualismo y se patrocina el  componente del individuo como ser independiente. Es importante comprender esta diferencia ya que el ser humano desarrolla su personalidad en un contexto particular. Estas experiencias e interacciones con el ambiente moldearán y determinarán las cosas que cada persona o sociedad considerarán importantes para sí mismos en el transcurso de sus vidas.

Carl Rogers, teórico prominente en la psicología, aportó mucho para que hoy pudiésemos comprender mejor el concepto de la autoestima. Rogers nos explica que los seres humanos buscamos desarrollar lo que él nombró como una “Visión Positiva”.  Este concepto incluye lo que conocemos como amor, afectos, atención y un buen ambiente de crianza. Para Rogers, sin la presencia de estos elementos los seres humanos experimentaran y se sentirán como fracasados y personas incompletas. Para que se desarrolle de forma sana el concepto de autoestima, necesitamos sentir que somos recompensados positivamente y aceptados. Es así como  desarrollamos una autoestima positiva y una auto valía sana. 

Sin embargo, la sociedad específica donde nos encontramos subordina esta aceptación a actos, ritos, condiciones y estándares particulares. Ejemplo de esto es cuando decimos: “tienes que ser un buen niño o una buena niña”, “tienes que estudiar para ser alguien en la vida”, “tienes que sacar notas de A o no eres inteligente”. Otros ejemplos son aseveraciones como, “tienes que seguir esta religión”, “tienes que tener un peso particular o esta carrera particular porque sino decepcionarías a la familia”.  Lo antes expresado son pensamientos o estándares que cada familia o sociedad e imponen, de manera consciente o inconsciente, en el ser humano usualmente durante el proceso de niñez y adolescencia.

 Las expectativas, deseos, los caprichos o reglas que siguen las personas no son otra cosa que códigos familiares o sociales que nos son impuestos a través de nuestras vidas. Estos códigos en ocasiones son  rígidos e inflexibles conduciendo al ser humano a la infelicidad.  Estas exigencias promueven las condiciones perfectas para que nazca la baja autoestima pues se promueve el que el ser humano, hombre o mujer, desarrolle una visión idealizada, estereotipada y en ocasiones irreal de sí mismo. 

Desde la concepción de la vida humana se va desarrollando un oído especial hacia las instrucciones, expectativas y deseos de todos y todas las personas más cercanas que nos rodean.  Es entonces que a través de la vida se van creando lo que llamamos “esquemas o mapas mentales” de lo que significa ser aceptados y valorados y lo que debemos hacer para conseguir esta aceptación y valorización. La sensación de insatisfacción de no poder lograr satisfacer estos esquemas, en la mayor parte de los casos múltiples,  es lo que va lacerando el auto concepto de valor y estima de nosotros mismos.

Al hablar del concepto de autoestima baja nos referimos a ese espacio de incongruencia entre el yo idealizado (el Yo que quisiera ser o esperan que sea) y el verdadero yo. Estamos ante el “YO debería Ser versus el “YO Soy” según lo definiera en su teoría Carl Rogers.  ¿Qué significa esto?  A medida que crecemos se va acumulando una especie de mochila o bulto  llena de lo que “Yo DEBERIA” Nuestras bultos se llenan de Yo debería ser: inteligente, bella, guapo, delgada, exitoso, buen hijo o hija, buen creyente o practicante de determinada religión entre otros tantos DEBERIA. El ser humano se sumerge en un mar de infelicidad que le ahoga al sentir que nunca va hacer suficiente para algo o alguien. Es entonces cuando esta sensación de “nunca es suficiente” va creando lo que se conoce como baja autoestima dado que se ve y percibe el mundo de forma amenazante y agobiante.  Esta es una sensación que se puede trasladar, tanto al contexto íntimo personal, como familiar, social o laboral. Se va desarrollando en lo profundo de la mente un sentido de estar incompleto o ser incompetente ante las exigencias de la vida. Sintiéndose así como que nunca se va a ser suficientemente bueno para los padres y madres, para la pareja, para profesores, para los jefes, para la sociedad en general.

El comprender esto nos despierta y nos hace entender que, todas y todos, somos propensos en alguna medida a desarrollar una baja autoestima ya que estamos expuestos desde temprana edad a estos esquemas mentales que parecen nunca acabar y que siempre están presentes. Esto sin importar a que clase social, nivel educativo o profesional, religión o sexo pertenezca la persona.

  Algunas señales que nos pueden alertar y nos invitan a comprendernos mejor son:
  • Exceso de ansiedad y preocupación ante la opinión de otros
  • Juicio negativo y autocritica intensa sobre nosotros mismos
  • Evitar realizar actividades y deseos personales por temor a perder el afecto y aceptación de familiares, grupos sociales etc.

La literatura científica apoya consistentemente estos indicadores.  En investigaciones recientes publicadas en Psychology Press 2010 la baja autoestima se relaciona a la crítica excesiva y juicio negativo desproporcionado hacia nosotros mismos. 

En contraste, cuando observamos personas que aparentan tener una autoestima global adecuada están presentes los siguientes ingredientes:
  • Aprender y confiar en sus emociones contextualizando el momento
  • Evitan dar demasiada importancia a los juicios sociales y familiares
  • Aprenden a aceptar sus preferencias y comprender la diversidad
  • Evitan ser valorados por sus éxitos o logros

Como psicóloga consejera me preocupa que los seres humanos sufran y sientan que tienen que satisfacer expectativas de otros y otras para ser felices. Ser feliz es aprender que somos distintos y que la aceptación de nuestras preferencias, tales como selección de carrera, pareja, religión, auto imagen, son algo personal y conllevan un proceso de vida. En ocasiones el pensamiento que nos enseñan a través de la crianza y educación formal esta polarizado hacia lo que es bueno o malo. Sin embargo el ser humano es mucho más complejo que esta simpleza. Lo que nos gusta y nos hace felices hoy, puede cambiar según vamos entrando en diversas etapas de vida. Todos y todas necesitamos por nuestra condición ser aceptados, valorados, cuidados y estimados por ser quienes somos.  

Sabemos que en ocasiones el discurso y comportamiento de las personas encargadas de esta gran misión de vida no se cumple por diversas razones. Nadie puede dar lo que no tiene, pero yo le añado nunca es demasiado tarde para aprender. Si has identificado que tienes la  autoestima lacerada, o si sientes que no encajas en ningún lugar, busca ayuda profesional. Posiblemente necesitas comenzar a darte tu mismo las primeras lluvias de amor y aceptación. Finalmente quiero decirte que es posible, es cierto, es viable, amarte a tí mismo desde hoy. Este es el mejor regalo de vida que puedes darte.  El primer paso es saber quién eres y comenzar aceptarte tal como eres, sin juicios.

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